domingo, 11 de marzo de 2012

Celebrando a las mujeres.


A mí, no me pueden hablar de la igualdad de las mujeres con respecto a los hombres. Me crié rodeado de mujeres. En casa de mis padres crecí con  4 hermanas, una abuela y por su puesto, mi madre. Mi papá es un ser cariñoso, alegre, comprensivo, pero en aquel entonces, por motivos de trabajo, ausente.

A cuatro casas de esta vivienda, en la misma cuadra vivían mis abuelos maternos, donde mi abuela Celia ejercía conmigo cabalmente su irresponsabilidad materna, dejando, como debe de ser, la obligación de mi educación a mis padres, siendo mi persona objeto de un “apapachamiento” y consentimiento a todos mis caprichos, travesuras y locuras.

Por eso creo entender a las mujeres (algunas veces ilusamente comprobando que no es verdad), a pesar de que jugaba con mis primos quienes cumplieron el papel de medios hermanos, asistía a una escuela primaria, aunque mixta, siempre en grupos masculinos, era juguete de mis tíos que me llevan entre 8 y 10 años. Pero invariablemente, terminando los días, siempre cumplía el rito de refugiarme en un ambiente netamente femenino. Mi madre siempre fue el pilar de nuestra familia. Ella dictaba las reglas, ejercía su liderazgo, imponía los castigos. Mi hermana mayor, le tocó el papel de segunda mamá, siempre bien portada, siempre limpia, siempre “mamá chiquita”, le siguió en orden de aparición el irresponsable que escribe estas líneas, seguido de 3 hermanas que en su debido tiempo fueron porteros, luchadores, confidentes, músicos, críticos de cine y toda aquella actividad de la que yo requiriera un “partner”.

Así crecí, creyendo fervientemente que las mujeres eran seres superiores. Siempre teniendo una actitud positiva frente a cualquier respuesta a cualquier cuestionamiento, siempre adaptándose a lo que las circunstancias les exigían, siempre viviendo su vida con  total compromiso.

Después, por circunstancias propias de la vida, mi círculo social se amplió. Tuve el privilegio de conocer a más gente. Entre ellas, por supuesto mujeres. Tuve maestras, compañeras de escuela, “ligues”, novias, amigas, compañeras de trabajo, jefas, o simplemente conocidas. La relación con estas mujeres fue en la mayoría de los casos buena, sin embargo también hubo malas experiencias, que me llevaron a comprender, al paso del tiempo que las habilidades, la capacidad, la inteligencia, la honestidad, así como la flojera el desánimo, la cobardía, la hipocresía, son características humanas. Jamás son propios de uno o de otro género. Los encontramos tanto en hombres como en mujeres.

Sin embargo, mi cariño, admiración a las mujeres que han influido mi vida, que han compartido tiempos y espacios comunes, están por encima de su condición de mujer, no por ser más o menos, en todo caso, el objetivo es complementar, construir, crecer juntos.

Hoy tengo el compromiso de formar a una mujer, mi hermosa hija de 12 años, a quien debo educar para que crezca libre de prejuicios, de dogmas y de estigmas. Curiosamente, la misma educación que procuro darle a mis otros hijos, simplemente porque… son iguales. La vida es difícil, ese no es pretexto para no ser feliz.

Quizá me vaya a contradecir con el corolario con el que quiero cerrar este escrito, pero creo que es significativo. Patricia Guerra, una triatleta elite mexicana, cuya historia de sobrevivencia es merecedora de otra historia, ha cruzado el Canal de la Mancha en varias ocasiones, cuenta que el capitán que le ha ayudado a completar el recorrido, tiene el mayor número de cruces logrados. Alguien le preguntó que cuántos hombres y mujeres habían cruzado. La respuesta esperada por todos era una cifra, sin embargo él dijo: “realmente no se cuántos hombres y mujeres han cruzado, lo que sí les puedo decir es que todas las mujeres que se lo han propuesto, lo han logrado y nunca han abandonado en el esfuerzo”.

6 comentarios:

  1. Gracias por el reconocimiento y por creer y querer a las mujesres. Te quiero

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  2. Bien bonito padrino, te quiero mucho! Gracias x siempre estar ahí!!! Tú eres parte de mi formación como mujer DEFINITIVO!

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  3. !Gracias amor!, un halago lo que me dices. Te quiero mucho.

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